Hace 30 años cuando los brownies , cupcakes y muffins no eran tan conocidos como ahora, la única repostería que había en mi casa era el bizcocho “de yogur” y las magdalenas que hacía mi madre. Desde entonces he probado muchas recetas de magdalenas, (nunca digo que no a una receta nueva) pero de vez en cuando recurro a la receta de siempre, a las magdalenas de toda la vida.
La receta ha sufrido modificaciones a lo largo de los años. La original tiene más de 20 años y me la dio mi compañera Ana Vergara. Desde entonces la he ido adaptando hasta llegar a la que hoy comparto contigo: una receta con cero complicaciones.
Poco te puedo explicar de esta receta pero por si acaso te dejo unos consejos que te pueden venir bien:
-Para que la masa suba tiene que haber un contraste muy fuerte de temperatura. Eso se consigue metiendo las cápsulas al frigorífico y teniendo el horno muy caliente.
-Puedes tunear la receta añadiendo a la masa unos 50-60g de pepitas de chocolate justo antes de llenar la cápsulas.
-Si quieres hacer un regalo con repostería casera, compra unas capsulas de papel bonitas. Las hay preciosas pero ¡ojo!, compra cápsulas buenas. Las baratas en el horneado suelen perder el color y dibujo.
-Si tienes familiares o amigos intolerantes a la lactosa, estas magdalenas son ideales pues no llevan ningún producto lácteo.
-Estas magdalenas no son las clásicas magdalenas con copete. Éstas tienen la superficie plana y ligeramente crujiente pues llevan el azúcar que espolvoreamos justo antes de hornear.
¿Alguna merienda a la vista?
Muy buena receta, es un excelente postre para degustar con una taza de café.
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